LA GLORIA DE DIOS
LA TRANSICIÓN DE LA UNCIÓN A LA GLORIA. 2. UNCIÓN: Existe varios aspectos de la unción que debemos considerar. PRIMERO, cada creyente ha recibido una medida de fe y una medida de unción y un don o dones en particular para cumplir los propósitos de Dios. SEGUNDO. Cada medida de unción dada al creyente contiene varios niveles. Un nivel equivale a un “paso” que debemos dar o ascender, a medida que progresamos en la habilidad de movernos en la unción, y a medida que crecemos espiritualmente en relación con ella. No podemos evadir ninguno de los pasos, porque representa un aspecto esencial de madurez en las cosas espirituales. Tenemos que ir paso a paso, de nivel en nivel, sin saltarnos ninguno, hasta alcanzar el nivel en el cual la medida de unción que recibimos se desarrolle completamente. Al llegar al último nivel no podemos hacer nada más en términos de nuestra unción – hemos alcanzado la llenura de esa medida de unción- En ese punto, la única opción que nos queda es entrar en la gloria. TERCERO. La fe de un creyente puede halar la unción de otro creyente. En otras palabras, una persona puede ejercitar su fe y poner una demanda espiritual sobre la unción. La fe atrae la unción, la fe y la unción trabajan juntas. un ministro de Dios no puede forzar la unción sobre la gente, ellos tienen que apropiarse de ella por fe. Tener unción no es lo mismo que moverse en la gloria, la cual incluye todos los atributos de Dios. La unción es una parte de Dios, operando en nosotros. Además, ésta es solo un aspecto de su poder porque el poder de Dios incluye muchos aspectos: *El poder de Dios en el área del ministerio se llama unción. *El poder de Dios en el área de la ley se llama autoridad. *El poder de Dios en el área de territorialidad se llama dominio. Este último es el más alto nivel de poder. Eso fue lo que recibió Adán al ser creado. Entonces, en verdad, no podemos hablar del “poder de Dios” como si todo fuera lo mismo. CUARTO: En 2ª Corintios 5:4-5 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Aprendemos que Dios nos ha dado el Espíritu como “garantía”, deposito pago inicial por la gloria. Es la marca de nuestro destino. Efesios 1:13-14. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. La unción al igual que la fe, nos prepara para recibir la gloria, le cuál es la presencia de Dios manifestada, La fe atrae la unción, pero la unción atrae la gloria. 3. GLORIA. Podemos operar en los dones del Espíritu Santo por fe y unción si entendemos cómo operan los principios que los activan. Sin embargo, la gloria de Dios es diferente. La gloria es la presencia manifestada – la Shekhiná- de Dios, que testifica del cielo y de los “poderes del siglo venidero” Hebreos 6: 5. La presencia manifestada opera de acuerdo a la soberanía de Dios. Él hace lo que Él quiere, cuando quiere y como quiere, sin depender de nuestra fe, dones o unción. Es Dios haciendo sus obras sin la participación de los seres humanos. Cuando se manifiesta la gloria de Dios, esta ópera de acuerdo a la iniciativa y soberanía de Dios, no del hombre.
Pastora Maria de Machuca