PORTADORES DE SU GLORIA
EL PROCESO DE NUESTRA TRASFORMACIÓN ¿CÓMO DEBEMOS RESPONDER A LA GLORIA DE DIOS? Tenemos que responder cuando viene Su presencia. A veces nuestras actitudes indebidas se reflejan en nuestro lenguaje corporal. Por ejemplo, cruzamos los brazos cuando solo queremos observar y no participar de lo que sucede a nuestro alrededor. Nuestras expresiones pueden reflejar indiferencia o falta de reverencia. Podemos hablar a otros, aun sin querer, y desenfocarlos de lo que Dios está haciendo. En ocasiones como estas, contristamos al Espíritu Santo, porque Su presencia es un regalo que escogemos ignorar o rechazar. Dios no se manifiesta donde es “tolerado”. Él viene donde es celebrado. Génesis 28: 16. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Jacob no sabía que la presencia de Dios estaba con él. No la había percibido. Lo mismo sucede hoy en día con muchos creyentes. ¿Es posible estar en un lugar donde la gloria de Dios está presente y no saberlo? Si es posible, le sucedió a Jacob ¿Por qué? Existen, muchas razones, pero casi siempre la razón es el pecado, la amargura, el resentimiento y la falta de perdón. O quizás estamos tan envueltos en nuestros propios problemas que nuestra percepción espiritual está completamente apagada. Tenemos que mantenernos sensibles al mover del Espíritu Santo. La próximamente vez que reconozcamos Su presencia, debemos responder en fe y adoración. Cuando Jacob entendió que Dios estaba con él, marco el lugar, edificó un altar y lo ungió con aceite. Génesis 28: 18. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Los predicadores casi siempre quieren cumplir una agenda, un programa predeterminado, para el servicio de la iglesia. Sin embargo, esa no debería ser nuestra actitud cuando estamos en la gloria de Su presencia como sólo es Dios es quien toma la iniciativa, nuestra respuesta debe ser adorar, adorar y continuar adorando, y obedece todo lo que Él quiere que nosotros hagamos. Debemos aprender a descansar en su soberanía, seguir el fluir o dirección de Su presencia y permitir que Él obre. Nuestra prioridad siempre debe ser permitir que su gloria se manifieste. Si Dios, en Su soberanía, escoge no tomar alguna acción es particular entonces (y sólo entonces) debemos armarnos de fe y unción y hacer lo que sabemos que Él quiere que hagamos siempre; predicar el reino, sanar a los enfermos y liberar al cautivo. Dios te ungirá para todo lo que él quiere que hagas, pero en la nube de su gloria él hará sus propias obras. Dios está levantando una nueva generación de hombres y mujeres, de todas las edades, que sepan cómo responder a Su presencia. Está generación tendrá sed por ver Su gloria manifestarse en la tierra. La oscuridad en el mundo se incrementa cada día más y más y la maldad se multiplica, pero la manifestación de Dios en la tierra también se hará más poderosa y de mayor peso a medida que pasa el tiempo. Creo que veremos esto con nuestros propios ojos. Ésta es una generación gloriosa que impactará el mundo y recogerá la cosecha más grande de almas que jamás se haya visto. Ciudades y naciones enteras serán sacudidas por Su gloria y reconocerán a Jesús como Señor y salvador. Amén
Pastora Maria de Machuca