EL TIEMPO DE DIOS ES AHORA PARA SEGUIR AL REY DE REYES
LOS TIEMPOS EN LA BIBLIA: CALENDARIO JULIANO Y GREGORIANO. En el año 1582 E.C. el papa Gregorio XIII introdujo una ligera revisión del calendario juliano: seguirían siendo bisiestos todos los años múltiplos de cuatro, con la excepción de los años seculares (los acabados en dos ceros) que solo se contarían como tales si el número de centenas era múltiplo de cuatro.
Por una bula papal, en 1582 se omitieron diez días, de manera que al 4 de octubre siguió el 15 de octubre. Este calendario gregoriano es de uso común hoy día en la mayor parte del mundo. Aunque hoy en día los cristianos usan el calendario vigente en el país donde viven, son conscientes de que el Dios de la eternidad, Jehová, tiene su propio calendario de los acontecimientos, un calendario que no está regido por los sistemas humanos de contar el tiempo.
Como escribió su profeta Daniel, “él cambia tiempos y sazones, remueve reyes y establece reyes, da sabiduría a los sabios y conocimiento a los que conocen el discernimiento. Revela las cosas profundas y las cosas ocultas, y sabe lo que está en la oscuridad; y con él de veras mora la luz” (Daniel 2:21-22) Dios está muy por encima de nuestra Tierra, con su día y noche, sus ciclos lunares y su año solar.
Dios relaciona sus acciones y propósitos con estas medidas de tiempo para que sus criaturas terrestres sepan dónde están en relación con su gran calendario de acontecimientos. MESES LUNARES. La Biblia habla de “meses lunares” (Éxodo 2:2; Deuteronomio 21:13; 33:14; Esdras 6:15) Nuestros meses modernos no son meses lunares, pues no se determinan según la Luna. Son simplemente 12 divisiones arbitrarias del año solar.
Un mes lunar es un mes determinado según la luna nueva. Hay cuatro fases de la Luna, que componen una lunación de 29 días, 12 horas y 44 minutos como promedio. Basta con ver la forma de la Luna para saber aproximadamente qué día del mes lunar es. En vez de usar estrictamente meses lunares, parece que Noé puso por escrito sucesos conforme a meses de 30 días cada uno. Por el diario que Noé llevó en el arca, entendemos que las aguas del Diluvio siguieron anegando la Tierra por un período de cinco meses, o “ciento cincuenta días”. Después de 12 meses y 10 días, la Tierra se había secado, de modo que los pasajeros del arca pudieron salir.
Por lo tanto, aquellos sucesos trascendentales se escribieron con exactitud en cuanto a tiempo (Génesis 7:11, 24; 8:3, 4, 14-19) El mes en el calendario hebreo se basa en el ciclo que cumple la Luna al circunscribir por completo al planeta Tierra. Desde nuestro planeta el ojo humano puede percibir cuatro diferentes estados principales de la Luna, a saber: luna nueva, cuarto creciente, luna llena o plenilunio y cuarto menguante.
Tal ciclo dura aprox.29 días y medio. Desde la Antigüedad, los antiguos hebreos sabían ya calcular la duración exacta de tal ciclo, estimando de acuerdo con sus conocimientos astronómicos que el periplo del satélite en torno al planeta Tierra, tenía una duración de ’29 días, 12 horas y otras 793/1080 de hora’ (es decir, otros 44 minutos y 3,33 segundos) siendo por consiguiente su error de cálculo sólo de medio segundo. Debido a que la cantidad de días en un mes debía ser exacta, el calendario hebreo emplea meses de 29 y de 30 días, intercalándolos.
Al fin del mes hebreo, la Luna está completamente a oscuras y no es visible desde la Tierra. Al despuntar el cuarto creciente, apenas se alcanza a ver a la Luna como una finísima guadaña y ella desaparece en el horizonte minutos después del ocaso: ello marca el inicio del mes hebreo.
Pastora María de Machuca