ENCENDIDOS POR EL FUEGO DE LA PRESENCIA DE DIOS
DOS PUNTOS FUNDAMENTALES PARA SER UN TESTIGO EFECTIVO DE JESÚS: 1. SER LLENOS CON EL PODER DÚNAMIS (“DINAMITA”) DEL ESPIRITU SANTO. Hechos 17: 6, Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; Nos ayuda a producir evidencias sobrenaturales que prueban que, verdaderamente, Jesús vive.
Debemos llevar el evangelio dondequiera que vamos, sanando enfermos, liberando al cautivo y testificando de la obra redentora de Jesús. Ser bautizados con el Espíritu Santo no tiene nada que ver con testificar sobre una iglesia, un ministerio o un creyente individual.
Se trata de Jesús de Nazareth -el Hijo de Dios- desde la muerte y resurrección de Jesús, mucha gente ha abandonado ese propósito fundamental. Necesitamos volver a ser verdaderamente testigos de Él. Podemos testificar de todo lo que Dios hace, pero el propósito principal al hacerlo es glorificar al protagonista de nuestros testimonios: a Cristo resucitado. ¡Jesús debe ser el centro de nuestro testimonio! Y para testificar efectivamente, debemos tener una experiencia personal con el Espíritu Santo – esa experiencia es dada por Jesús mismo- porque el Espíritu es quien trae convicción a los pecadores de su necesidad de salvación.
Un individuo con una experiencia no está a merced de alguien con una opinión. Algunos de nosotros somos muy buenos discutiendo teología, pero a menudo perdemos nuestros argumentos porque no podemos probar lo que decimos. El punto es que Dios no nos llamó a argumentar sino a testificar de lo que hemos visto, oído y experimentado.
No es una ciencia. ¡Es una experiencia! Así que, no hay nada que discutir al respecto porque, en general, la veracidad de una experiencia no puede ser refutada.
SER LLENOS CON EL FUEGO DE LA PRESENCIA DE DIOS. Hay creyentes que han recibido la llenura del Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas, y han sido llenos con el poder del cielo, pero nunca testifican de Jesús. Tampoco oran por los enfermos o echan fuera demonios.
Tienen la dinamita, pero ésta no ha sido encendida con fuego. El bautismo con fuego ocurre cuando vamos delante de Dios para que Él pueda encendernos con llamas de pasión – la misma clase de pasión que arde en el corazón del Padre- la pasión por ser testigos de Jesús, para traer la verdad del dominio, señorío y voluntad del Rey a la tierra, haciendo milagros en Su nombre y por Su mano.
El fuego de la presencia de Dios desata la pasión que está en él. En el tabernáculo del Antiguo Testamento, el candelero representa la iglesia -todos los creyentes- el candelero se mantiene lleno de aceite. La sustancia usada para mantener la luz encendida continuamente.
El aceite simboliza al Espíritu Santo, quien es hoy el “combustible” que mantiene la luz de la gloria de Dios ardiendo en nosotros. Pero además había otra condición para que el candelero brillara. Sus mechas tenían que ser encendidas con fuego.
Cuando el fuego no quema, sin importar cuanto aceite haya, el candelero no brillará. De la misma manera, no podemos ser testigos poderosos y efectivos de Jesús si nuestros candeleros no han sido encendidos con el fuego de la gloria de Dios. Continuará
Pastora María de Machuca